Desde pequeño a Aníbal Troilo le encantaba detenerse a escuchar el
bandoneón cada vez que lo oía en alguno los bares de su barrio. Cuando cumplió
los diez, no quiso una pelota, quiso un bandoneón. Su madre se lo compró a 140
pesos de entonces, a pagar en 14 cuotas de 10 pesos; pero por esas cosas raras
que tiene la vida, como si el vendedor supiera a quien le vendía el bendito instrumento,
luego de la cuarta cuota desapareció y nunca reclamó el resto.Con
ese bandoneón, “Pichuco” tocó casi toda su vida.
Mariu Montenegro www.tangoenbarcelona.es
Escrito por Unknown, 11:35 a. m.. Notas,Videos -
domingo, 20 de mayo de 2012